¿Conoces las diferencias entre el vino "Rosado" y el "Clarete"?

En el post de este mes, vamos a dar a conocer las diferencias entre el vino rosado y clarete.

Se puede decir que ambos se consumen en gran medida, pero curiosamente es muy común confundirlos entre sí. Lo que es muy interesante, puesto que hasta los consumidores más experimentados son dados a cometer este tipo de errores.

No se puede decir que uno de los dos sea mejor que el otro, ya que ambos estarían muy bien valorados por el público en general. Sin embargo, sí que es cierto que el origen de dicha confusión podría provenir de un hecho innegable dado que, en las propias bodegas de España, se tendía a mezclar el vino para poder dar alguna salida a todo aquel excedente que surgiese en las producciones. Obteniendo así, lo que conoceríamos más tarde como “Clarete”.

Los procesos para la elaboración del “Clarete” podrían parecerse a los del vino tinto. Incluso se podría decir que el propio “clarete” no es si no otro tinto con una menor tonalidad.

En la fermentación podríamos empezar a discernir entre el “rosado” y el “clarete”. Debido a que los procesos de fermentación del “clarete” son parciales y porque únicamente hace uso de los hollejos en su producción (piel de uva que le otorga al vino ese color tan característico). Tanto la tonalidad como el tiempo de fermentación, estarán a expensas del enólogo de la bodega pertinente.

El “rosado” por otra parte, podríamos decir que es un vino blanquecino con algún que otro matiz o tonalidad. Como era de esperar el “rosado”, a diferencia del “clarete”, exclusivamente haría uso de uvas tintas, que son las que le aportarían esa tonalidad rojiza. Este vino “rosado” obtiene su color en la maceración del mosto y después en la fermentación.

En resumen: El clarete es un tinto claro y el rosado un blanco con color.

Ambos vinos pueden rondar la excelencia. Si quieres degustar las diferencias… ¡Ven al Teresatxo!